Dejar de hacer lo vital, es la muerte rápida, dejar de hacer lo importante, es la muerte lenta. Si estuvieramos en una balza en el mar y se hundiera, mantenernos a flote sería táctico, vital e indispensable; nadar hasta la orilla en cambio, sería estratégico.
Lo vital no nos mueve de un estado a otro, no sirve para que crezcamos. Si queremos lograr nuestras metas, si queremos crecer como personas, si deseamos la prosperidad, debemos velar por hacer lo vital y lo importante.
Lo importante no debe privar sobre lo vital, debe haber un equilibrio, debemos hacer ambas cosas.
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